Es horrible vivir con miedo. Pensar que a cada paso, a cada palabra, a cada gesto todo puede desmoronarse sin que puedas hacer nada.
Que todo depende de mi pero a la vez me es tan ajeno que no se ni cómo tengo que sentirme.
Me río. Lloro. Vuelvo a reír. Lloro más fuerte.
Y tu que estás, pero no estás.
Y yo tan que te quiero y tu tan no sé si te necesito.
Algún día habrá que despejar incógnitas, y espero que el resultado sea que me abraces tan fuerte que me duela hasta la vida.
Por fortuna tenemos el futuro para reírnos de nuestros dolores. La ventaja de sentir miedo nos permite ver dónde está el siguiente limite a romper, o también qué desechar y dejar atrás para poder seguir caminando. Un abrazo señorita... de los grandes, morados, críticos, supernaturales y melosos.
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