Mi prosa, concisa, quizás confusa pero precisa, sin prisa, con duende, con musa; preciosa.
Si el corazón llora cuando haces algo, no es él el que te pide que sigas haciéndolo, eres tú llevándole la contraria, no sólo a la razón, sino a lo que tu corazón te pide a gritos que dejes de hacer. Todos somos un poco masocas.
Si el corazón llora cuando haces algo, no es él el que te pide que sigas haciéndolo, eres tú llevándole la contraria, no sólo a la razón, sino a lo que tu corazón te pide a gritos que dejes de hacer. Todos somos un poco masocas.
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